Solo, uno se acuesta y comienza a buscar el sueño que la realidad le ha negado. Pero a la tercer vuelta en la cama, cuando repetimos ese gesto sobre la almohada y nos damos cuenta que no pasa por lo físico esta incomodidad o, bueno, que pasa por lo físico pero no es la disposición de nuestras piezas anatómicas lo que molesta, o bueno, quizás sea que faltan algunas cuantas piezas y uno termina siendo ese rompecabezas social que le venden a uno en la introducción a la sociología en la burrada del CBC pero que jamás se referían al alma. Y esa cama que jamas se compartió, porque el colchón que los alojó ahora tiene otro dueño y esta en otra casa, jamás supo del calor que aquel cuerpo extraña y como el resto de las partes, sangra.
Será cuestión de dejar de yacer y recuperar esas piezas que nos arrebató la indecisión, para vivir el sueño, completo.
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