El otro día me hicieron recordar a mi abuelo. No es que no me acuerde de él, pero hay días en los que especialmente lo pienso demasiado. Mi abuelo era genial, había trabajado en el Colón y sabía mucho sobre banda de cosas, aunque quizas sabía solamente la mitad de las cosas que decía. Mi abuelo influyó mucho en mi personalidad, varias veces me remarcaron que yo soy una copia de mi abuelo aunque yo no lo recuerde tanto como para poder saber como ser como el. Tenía 6 años cuando mi abuelo se murió... fue hace mucho, mucho tiempo.
Recuerdo que esa mañana tenía que bailar vals con la gorda Roscosz, mi viejo entró a mi habitación, me despertó y me dijo:"vamos". Yo pregunté:"tengo que bailar?" y me respondió:"No, se murió el abuelo". A los seis años uno está bien conciente del concepto de la muerte, sin embargo no recuerdo haber llorado o ponerme triste. Mi vieja lloraba a no poder mas, mientras yo, cual nenito de sexto sentido, me paraba al lado de la tumba sin derramar una lágrima. No digo que haya estado inmutable ante la muerte de mi abuelo... tenía la certeza de que había algo mas, no un cielo, simplemente un paso mas.
Nunca creí en el cielo o en el infierno... menos en un purgatorio, aun asi tengo esta certeza de que todos vamos a algun lugar, despues de este paso por el mundo.
Parte de mi cerebro me obliga a pensar todo cientificamente, basandome en pruebas concretas... que todos mis sueños son simplemente descargas electricas entre mis neuronas, pero la parte que sueña se niega a creerlo... No tengo la respuesta de hacia donde vamos... salvo este simple supuesto que a veces tiene sentido.
Mi abuelo no existe mas... como individualidad, mi abuelo dejo de existir. Pasó a ser parte de ese conglomerado de almas que llamo la conciencia colectiva... esperando dividirse y tomar un cuerpo. Ya no queda nada mas que recuerde a mi abuelo, salvo mi memoria. Y eso es precisamente, lo que deberíamos hacer todos... vivir para ser recordados.
Silla!
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