Lunes temprano y empañado, feriado y dormido,
quizás con resaca de la noche anterior.
Para mí siempre es Domingo, de pelusa en el ombligo,
con zumbido en los oídos por el ruido del avión.
Se deshacen los nudillos, gira el dedo en el pestillo
"Buenos días" dice el gordo, con cara de ensoñación.
"¿Qué hacés vos tan temprano?", "Yo te hacía levantado
Venía a saludarte porque ayer se me pasó"
Se abren puertas sin un ruido, "No te digo, estás perdido"
¿y qué voy a hacer yo conmigo? Dos mates y se acabó.
"Vos tendrías que pensar que la vida-" y se calla
mi mirada de canalla ya lo tiene sin cuidado
"No empecés". Me dice "Pablo, te confieso que es extraño
que vivas como ermitaño, sin rumiar una emoción"
Lo miro y no digo nada, no le esquivo la mirada
pero hay algo adentro mío que hace rato se marchó.
"No volvamos con lo mismo" digo y le revuelvo el mate
esas cosas no se hacen, protocolo de infusión.
Más allá un dios se cae y la mufa está picando
yo buscando ser de palo me envolví en confusión
"¿Este es o este se hace? pobrecito en su desastre
no se da cuenta que, el lastre, él solito se lo dio"
Me levanto y doy las gracias, y enfilo pa'la puerta
es el fin de otra hora muerta, en la morgue del reloj
Él me mira desde el llano y le envidio la llanura
porque cuando la vida es dura y no tiene compasión
Me gustaría tener su simpleza, esa tonta ligereza
que le impide complicarse con delirios sin razón
y yo, con filosofía, hoy vomito en poesía
buena suerte en tu vida, quien no busca salvación
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