Hoy mientras me tomaba el tren de vuelta a casa, totalmente abatido por rendir malisimamente mal un parcial y por consecuente perder la regularidad en la materia, se me acercó uno de esos chicos que reparten tarjetitas. Yo iba sentado como siempre, mano en los bolsillos de la campera, lo miré y le hice un gesto de negación con la cabeza. Ignorandome (o haciendosé el reboludo) me dejó la tarjetita en la pierna. Pensé en dejarla ahí, pero cuando miré por la ventanilla mi mente volvió al estado de depresión total, por lo que, desesperado, agarré la tarjetita para distenderme, leyendo las idioteces que dicen siempre ese tipo de papelitos.
Ositos... Florecitas... las boludeces de siempre... Resignado, di vuelta la tarjeta, por lo menos como para saber que día de la semana caería mi cumpleaños o el de Tal Persona y me sorprendí con la frase que cerraba la tarjeta.
"Hoy empieza la otra mitad de su vida. Disfrutela y sea feliz". Cual galleta de la suerte, el pedacito de cartón me estaba salvando de un naufragio emocional.
Ahora la tengo en mis manos, y muy seguramente escribiré esa frase en la puerta de mi pieza.
Es lindo, a veces, sentir que todo va a estar bien, solamente porque alguien nos lo dijo...
Muchachos... TODO va a estar bien...
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