jueves, enero 14, 2010

Sobre la poca personalidad que me caracteriza

No se puede abordar científicamente el caso, porque se basa en un dogma, en un axioma irreal e inamovible y no hay "pero" que valga. Droscov Liesch podía elegir a gusto lo que iba a suceder. Así de simple y bonito. Si quería que fuese un día soleado, bastaba con pensarlo. Aun mas osado, podía desear que fuese el 15 de Julio y lo sería. O el 30 de Febrero o el 47 de Magnus. Su voluntad era realidad.
Droscov podía discutir los finales salados de un libro con el autor o cambiarlos a gusto. Odiseo nunca llegó a Itaca, se casó con Julieta y se dio muerte al verse como un anciano pretendiendo a Penélope. El único que sabia que así no debía ser era Droscov, para el resto, palabra santa.
Droscov nació ya adulto, de un suspiro, de un relámpago. Fue el hijo mimado de grandes pensadores, hermano de ciervos, padre de Mesias sin martirio. Droscov no necesitó aprender, porque ya sabía y fue poeta, novelista, dramaturgo y soldado inmortal. En sus debates políticos jamás trastabillo y, por unanimidad, alcanzó el cargo. Otras veces simplemente aparecía su libro en los mostradores de las librerías y él lo leía fascinado, sin conocer el final.
Había días en que no tenía el humor para soportar la fama y se volvía el hijo de un vecino, el portero de una torre de departamentos, el celador de una fabrica cerrada.
Un día, Droscov se llamó Bret, otro día Finch y luego Cronos. Pero siempre volvía a ser Droscov, porque le aburría tantos cambios.
Conoció el amor innumerable veces. Besó los mas distintos labios y sintió el placer en todas sus formas. Se enamoró y se aburrió, tuvo toda clase de aventuras amorosas en las que siempre salió airioso. Un día, le cayó tan bien la esposa que se había inventado que no quiso cambiarla mas y así probar lo que sería una constante.
Droscov y Letinia Liesch recorrieron el mundo, los veinte continentes, y ya cansados, decidieron vivir en el pueblo que Droscov creía recordar de niño.
Droscov fue alcalde y verdugo, cosechó maíz, crió vacas y tuvo un exitoso estanque de camellos.
Caminando por el pueblo, creyó ver a su padre y lo invitó a que viviese con Letinia y él y que le ayudase con los manzanos. Fue inmensamente feliz cuando supo que sus hijos tendrían un abuelo que les cuente historias. Quiso un bar donde embriagarse con sus amigos y fomentó con ellos una vida pacifica, humilde y solidaria.
Sus amigos, hijos y esposa estuvieron a su lado cuando su padre falleció y lo acompañaron en el júbilo de ver a sus hijos casarse.
Pronto Droscov estaba contándole a sus nietos fantásticas historias en donde su abuelo había sido un famoso escritor o un indio aguerrido.
Un día Odiseo volvió a Itaca y Julieta murió con su Romeo y nadie, salvo unos pocos, lloraron a Droscov. En su lapida escribieron "Vivió como quiso" y todo fue como debió ser.

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