jueves, abril 08, 2021

Fantasmagoría

No había dolor en el ruido.
Nos llevábamos
entre pilares de estéreo
de la mano, como en sueños.
Nos soportábamos porque estábamos vivos.
No había, no hay, lugar para los muertos.
O en todo caso, los muertos, gloriosos,
brillaban en el techo alto,
altísimo,
pegados a las paredes,
recortados de revistas y afiches.
Los héroes mártires, los buenos muertos,
los «qué suerte que murieron» para ser eternos.
¿Y nosotros?
¿Somos eternos?
Si caminábamos por el ruido sin mojarnos,
como dos espectros del sonido,
apenas testigos de aquel cielo,
deseosos de probar el fuego.
Secos.
Como la foto en la pared.
Como el retorno.
Como el silencio.

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