Ultimamente mi vida es una seguidilla de días sin sobresaltos. En el laburo me va bien, el jefe parece contento con el rendimiento y salvando algunas macanas que se manda el de la mañana, todo va PERFECTO.
Por las mañanas experimento con el Corel haciendo alguna boludez (me mande a hacer 4 remeras diseñadas en el Corel), escribo cualquier cosa, pinto o me la paso con la guitarra. Digamos que en la repartición del tiempo, la última opción es la que predomina.
Entre esta semana y la que viene tengo que ir a la sede del CBC en Avellaneda para elegir horarios. Comienza el trajín nuevamente... vuelve una parte de mi que, aunque no extrañe, necesito.
Necesito la constancia. Eso de tener limites de tiempo, saber que en una semana tengo que leer cierta cantidad de hojas, asimilar datos... Por algúna estúpida razón me hace sentir útil. Como que voy hacia algún lado.
Amo mi tiempo libre. Amo saber que hasta las 3 y media de la tarde el tiempo es solo mio para hacer lo que quiera, que no hay que invertirlos en algo lejano como un título, gozar cada instante en el ocio.
Pero extraño el estructuramiento, el no poder dormir de noche porque al día siguiente hay un parcial, el no llegar con los trabajos practicos, fallar e intentarlo una vez mas.
Porque, sé que va a sonar raro pero, menos tiempo libre tengo en mi vida, mas conforme estoy con ella...
No hay comentarios.:
Publicar un comentario