viernes, noviembre 19, 2004

Backdrifts

Quizas hubiera sido bueno cambiar la cerradura, para no encontrarte en mi cuarto. Puede que suene extraño, pero no me sorprendió. Simplemente deje mi mochila en el ropero y prendí la tele. Vos tenías a Acrópolis en tus manos y rasgueastes dos notas de esa canción que no te cansaba tocar. Me miraste buscando un cómplice pero solo encontraste una mirada vacía.
Dejaste la guitarra en la funda cuidadosamente pero sin dejar de mirarme. Yo volví a mirar al televisor, cambiando frenéticamente los canales. Te acercaste y te acostaste en mi cama, a mi lado. Finalmente deje de dar vueltas por los canales, deje el de las películas y me levanté de la cama. Espié por la ventana... ni un alma en la calle. Eran las cuatro de la madrugada. Me miraste una vez mas desde la cama, invitandome un abrazo.
Aparté la vista del álbum de fotos, el pucho en el cenicero se había consumido completamente. Guardé las fotos en el cajón de abajo de mi mesa de luz y apagué el velador. La luz de la calle inundó la habitación, manchandolo todo con puntos blancos...
Eran las cuatro de la madrugada y tenía frío.
Silla!

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