De chicos, mis amigos jugaban a la pelota; yo, en cambio, controlaba el viento. Si, sé que suena flashero... para mi era mas que un juego, era una obligación...
Me paraba en el descanso de la escalera, mirando hacia el fondo y movía las manos como si dirigiera una orquesta. Pero en vez de músicos había árboles y en vez de música haciamos viento... Y podía llegar a estar horas ahí, moviendo las hojas con hilos invisibles... De tanto en tanto lo dejaba descansar y me iba a pelear contra bárbaros o mounstros del futuro, pero al segundo volvía a mi tarea. Necesitaba imperosamente esa facultad, esa responsabilidad... No había mas razón que esa. Yo gobernaba lo intangible...
De chicos, algunos remontaban barriletes... yo los mantenía en vuelo.
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